domingo, 18 de noviembre de 2012

C U N N I L I N G U S


A Nancy había algo que le gustaba de forma especial y su compañero sabía muy bien lo que era, conocía su alma, sus pensamientos, su corazón y cada rincón de su cuerpo.
   Todas las mañanas Javier nada más despertarse rodeaba a Nancy con cojines haciéndola sentirse como una reina, besaba todo su cuerpo empezando por el cuello y deslizando su lengua por toda su piel hasta llegar a sus piernas, suavemente las separaba y le decía lo hermosa que era su vagina, lo mucho que le gustaba y como le gustaba de forma especial su olor, olor que él tenía grabado en su mente desde el primer día que la olió.
   Suavemente acariciaba sus muslos y vulva mientras seguía diciéndole lo mucho que le gustaba, sus manos acariciaban sus vientre, su entrepierna y su lengua trazaba círculos alrededor de su ombligo, escribía su nombre con su saliva una y otra vez, Nancy, Nancy, Nancy, escribía la palabra Te Quiero una y otra vez, provocando con ello contracciones en su vientre y rápidos movimientos casi espasmódicos por todo su bello cuerpo, aumentando poco a poco su excitación y deseo.
   Después volvía a descender a su vagina y besaba suavemente sus labios superiores y los lamía sin llegar a meter la lengua, Nancy emitía cortos gemidos de placer, él, apartaba entonces los labios mayores y aparecían ante sus ojos los inferiores, afilaba la punta de su lengua, los picoteaba y acariciaba con ella, sin prisa, tomándose su tiempo, disfrutando el momento, poco a poco introducía la lengua en su interior, la sacaba y metía con un movimiento rítmico pero lento, después dirigía su lengua hacía su perineo y su ano.
   En esos momentos Nancy estaba ya súper excitada y Javier abría la parte superior de la vagina en busca de su clítoris, lo encontraba duro y erecto, buscando, esperando sus caricias, él no le hacía esperar, primero se humedecía sus dedos y lo acariciaba le encantaba sentirlo en la yema de sus dedos y a Nancy también le gustaba, lo demostraba claramente con sus gemidos, después lo lamía con la lengua abierta y relajada, a ella le gustaba más así que con la punta tensa, Javier lo lamía aumentando el ritmo hasta adaptarse a los movimientos de ella.


   Cuando llevaba ya un tiempo prudente lamiendo le introducía dos dedos en el interior de su vagina he inspeccionaba con ello todas las paredes de la misma, pero no por ello dejaba en ningún instante de saborear lo que Nancy le ofrecía con tanto placer. Los dedos entraban y salían de su interior mientras su lengua seguía propiciando caricias a su clítoris, de vez en cuando un dedo juguetón se introducía en su culo produciendo un placer extra en el cuerpo de Nancy, mientras tanto ella se agitaba, gemía y retorcía todo su cuerpo que era bombardeado por un placer intenso hasta que por fin llegaba al orgasmo y como una cascada vertía en la boca de Javier el producto de tal excitación que él degustaba con todo placer