jueves, 30 de mayo de 2013

LA CALA

   
Carmen y Belén llegaron a la ciudad por caminos diferentes,
sus miradas se cruzaron en barra de un bar mientras tomaban un café,
las dos estaban solas y por la expresión de sus rostros se podía adivinar
que nadie llegaría para reunirse con ellas,
volvieron sus miradas al café y se sumergieron en sus pensamientos.

   Pasado un tiempo Belén se levantó, pagó el café y salió del bar,
al pasar junto a Carmen volvieron a cruzar sus miradas,
ninguna de las cumplía ya los cuarenta,
ninguna de las dos dijo nada,
tan solo el silencia cruzo ante ellas.

   A la mañana siguiente Carmen se levantó temprano,
tan temprano que el sol todavía no había comenzado a salir,
quería ser la primera en dejar sus huellas en la arena,
comenzó a andar descalza hacia el levante,
quería contemplar el sol cuando rompiera con sus rayos el horizonte,
las olas mojaban sus pies desnudos,
la brisa acariciaba su cara,
y el murmullo del mar le hacía transportarse a otro instante y otro lugar.

   Había oído hablar de una preciosa cala pero de difícil acceso
y puesto que no tenía nada mejor que hacer decidió buscarla,
tras andar un rato se dio cuenta de que había entrado en la zona nudista,
las primeras luces del sol comenzaban a romper el horizonte
y algunas personas ya empezaban a llegar a la playa
mostrando sus cuerpos desnudos,
se quitó la ropa por respeto a los demás,
en cualquier caso todavía tenía un buen cuerpo y no había
ya nadie a quien dar explicaciones de sus actos,
quizás en otro tiempo hubiese sido distinto.

   No tardó mucho en encontrar la cala, la marea todavía estaba alta
 y tuvo que trepar por unas piedras para llegar donde quería,
encontró una toalla extendida,
quizás olvidada por alguien el día anterior pues no se veía a nadie en el agua.
Le gustaba la sensación de sentir como la brisa lamía su cuerpo desnudo,
nunca antes había estado desnuda al aire libre,
se tumbó en la toalla y cerró los ojos mientras las olas parecían acercarle
los primeros rayos de sol.

   - ¡Que fría esta el agua a estas horas!, me dejas lo toalla por favor

   Carmen se sobresaltó al oír la voz de aquella mujer,
abrió los ojos para contemplar a contraluz el cuerpo desnudo de una mujer
que escurría su pelo en la arena.

   -Si claro, perdona, no vi a nadie y pensé que alguien la había olvidado.

   Se levantó y con un acto involuntario rodeo el cuerpo mojado
de la mujer con la toalla

   -Gracias -dijo esta

   Por un instante quedaron en silencio, ninguna de las dos había reparado
en el rostro de la otra hasta ese momento, y recordaron cuando
horas antes cruzaron sus miradas por primera vez en la barra de aquella cafetería,
ambas comenzaron a reír, Carmen, sin saber muy bien porqué,
comenzó a frotar el cuerpo de la otra mujer para secarla.

   -Gracias, me llamo Belén

   -Yo soy Carmen, perdona si te molesta que te seque,
no se muy bien porque lo he hecho

   -No te preocupes, es muy agradable, gracias de nuevo

   Por un instante Carmen recordó una etapa de su vida,
durante la adolescencia tuvo una relación con una mujer,
aunque solo fue de un día, la pillaron sus padres desnudas en la cama,
y le hicieron sentir tanta vergüenza y que aquello era sucio
que no volvió a mirar a las mujeres de igual modo, pero ahora,
al tener a Belén desnuda delante de ella volvió a sentir lo mismo
que sentía por aquella mujer antes de que la descubrieran sus padres

   Belén dejó caer la toalla a la arena y los ojos de Carmen recorrieron
todo su cuerpo, desde los ojos, la boca,  el cuello,
sus hombros, sus pechos, su vientre,
siguió bajando hasta llegar a los pies medio ocultos por la arena,
y realizó el recorrido en sentido inverso hasta llegar de nuevo a los ojos,
se miraron durante un momento fijamente,
Carmen sentía temblar su cuerpo,
Belén  puso sus manos sobre las caderas de Carmen
y la besó suavemente en los labios,
Carmen dibujó el contorno de los labios de Belén con la punta de su lengua
y se unieron en un largo beso.

   Belén pudo notar el nerviosismo de Carmen,
se separó de ella y le acaricio la cara con una caricia que parecía no tener fin,
después extendió la toalla en la arena y le invitó a tumbarse en ella,
Belén comenzó a besar el cuerpo desnudo a la vez que
dejaba un rastro húmedo por la piel,
los pezones mojados de Carmen parecían erguirse más con la brisa del mar.

   Después Belén sacó de una mochila una botella vacía de vino
y comenzó a recorrer la piel de Carmen con ella haciéndola rodar,
por la cara interna de sus muslos, su pubis, su vientre,
sus pechos, su cuello, su cara,
era una sensación extraña, relajante, a la vez que excitante,
aquello relajaba su nerviosismo, le hacía poner mente en blanco
por unos instantes, y por otro lado le excitaba al pensar
que eran las manos de una mujer la que deslizaba la botella por su piel
y despertaba el deseo de ser amada por ella

   Belén seguía haciendo rodar la botella con una mano y con la otra
acariciaba la piel de Carmen hasta llegar a su vagina, la acarició
suavemente sintiendo el calor que desprendía y pronto la notó húmeda,
introdujo dos de sus dedos lentamente mientras la besaba en la boca
y Carmen emitió un ligero gemido de placer,
Belén se giró sobre Carmen y colocó su sexo frente a su cara
y comenzó a lamer el sexo de Carmen,
Carmen no tardó en reaccionar y levantando ligeramente su cabeza
hizo lo mismo que su compañera, empezó describiendo círculos
de mayor a menor, recorriendo todo su sexo, introduciendo su lengua,
lamiendo, succionando, bebiendo los fluidos que de allí manaban,
ese aroma, ese sabor intimo, cautivador, le hacía entregarse con más pasión
en sus caricias sobre el sexo de Belén,
esta pronto no pudo seguir saboreando el sexo de Carmen
se aproximaba su orgasmo, apoyó su cara sobre el pubis
y se aferró con fuerza a los muslos de esta, y derramó como un torrente
todo el fruto de su excitación y placer sobre la boca de Carmen
que tragó con gran agrado

   Después se sentaron frente a frente y se besaron, juntaron sus vaginas frotándolas
una contra la otra, se acariciaban y se besaban,
y descubrieron unos ojos que las observaba, se trataba de un muchacho
que permanecía sentado en las rocas, mirando, pero no con mirada de deseo y lujuria,
 si  no con mirada de comprensión, admiraba aquellos bellos cuerpos
que se amaban y se entregaban al placer, al deseo, al amor.

   No sabían cuanto tiempo llevaba allí aquel muchacho mirando,
pero estaban en su momento, y nada ni nadie lo iba a romper,
siguieron con sus caricias y sus besos hasta alcanzar ambas el orgasmo,
no les importaba que las mirasen, al contrario, hasta las excitaba más,
jadeantes tras alcanzar el orgasmo vieron como el joven se levantaba
y se disponía a marcharse.

   - ¡Espera! -dijo Carmen

   Y alargó la mano invitándole a unirse a ellas, no tuvieron que insistir le mucho,
y pronto, estuvieron prodigándose caricias los tres juntos,
Belén cogió el pene del muchacho por su base y comenzó a trazar círculos
con la lengua sobre el glande, a lamer todo el miembro, a chupar sus testículos,
mientras Carmen lo besaba y acariciaba su pecho,
Belén introdujo el pene en su boca y comenzó a chuparlo
mientras Carmen le chupaba la vagina y el muchacho masturbaba a Carmen,
gemidos, gritos de placer salían constantemente de sus bocas,
el muchacho derramó su semen en la boca de Belén y esta lo trago con sumo placer
pero Carmen quería también su ración y no dejó que el pene
del joven se quedara flácido,
siguió chupando y después sentándose encima de él introdujo su pene en su la vagina
y comenzó a mover su cuerpo, a frotarse, a subir y bajar mientras el joven
lamía el sexo de Belén, la lujuria, la pasión y el desenfreno invadía aquel lugar
y un solo grito de placer resonó en la cala cuando los tres alcanzaron el orgasmo al mismo tiempo