viernes, 7 de septiembre de 2012

EL CHICO DE LA PLAYA


    Hoy he decidido ir a la playa nudista antes de que empiece a calentar el sol, mojar mi cuerpo mientras el agua mantiene el frio de la noche y dejar que la brisa seque mi cuerpo antes de que mi piel se sienta prisionera de los abrasadores rayos de calor, quiero envolverme en el silencio de la mañana tan solo roto por la bruma del mar y el sonido de las primeras gaviotas volando sin cesar.
   Tiendo la toalla en la arena y libero mi cuerpo de la carcel en la que se haya encerrado dejando toda la ropa sobre la toalla. Noto como mi piel es lamida por el aire, magica sensacion de libertad. Abro brazos y piernas mientras permanezco de pie y respiro hondo dejando que el aire penetre en mis pulmones.
   Todavía no a llegado nadie a la playa, corro hasta el agua y me zambullo en ella, noto como los pezones se endurecen y se levantan, como despertando de un largo letargo, se levantan desafiantes y vivos. Me encanta sentir el vaiven de las olas meciendo mi cuerpo desnudo y dejarme arrastra por la marea. Cierro los ojos mientras floto boca arriba, mis oidos permenecen bajo la linea de flotación y oigo mi propio corazón como late en mi pecho.
   Salgo del agua y escurro mi pelo en la orilla y camino hasta la toalla y me doy cuenta de que unos metros mas alla ahora hay un hombre tumbado en la arena pero no hago mucho caso y relajo mi cuerpo tumbandome cara al cielo y la brisa va secando las gotas que resbalan por mi piel.
   Giro mi cabeza y miro al hombre que ahora esta sentado mirando fijamente al mar, tiene una espalda ancha y en la cintura sele han instalado unos pocos michelines, desde donde estoy no puedo verle bien la cara, pero en la cabeza le empieza a escasear el pelo.
   Estaba claro de que no era asiduo de aquella playa, los chicos que solian ir por allí eran más chicos de gimnasio con marcadas abdominales y grandes pectorales, y yo iba porque me pillaba cerca de casa, y cuando llegaban los chicos recauchutados me marchaba, solo les gustaba marcar musculo que en muchos casos era lo unico que tenían.
Me senté cruzando las piernas y me puse a mirarlo, de pronto se levantó y se fue hacia el agua, lo seguí con la mirada hasta que se perdió entre las olas, después de un rato solo se veía el chapoteo de sus brazos en el agua.
   Abro la tumbona plegable que siempre llevo conmigo y me tumbo ligeramente incorporada, el sol empieza a estar cada vez más alto y protejo los ojos con mis rayban de espejo mientras el hombre regresa nadando y sale del agua, no es muy guapo ni muy alto y tampoco tiene mucha barriga, se conserva bien para los años que aparenta, los cuarenta seguro que ya no los cumple, me llama la atención el tamaño de su pene,  al igual que a mí, el agua le a producido casi el mismo efecto y sin llegar a estar en completa erección el tamaño es bastante grande, mí mirada indiscreta pasa desapercibida detrás de los cristales de mis gafas, no puedo apartar mis ojos de él mientras se acerca con paso lento a la toalla, es como si supiese que le.estoy observando y me regalase este momento.
    Se tumba boca arriba y veo como su pene sigue creciendo hasta estar completamente tieso, quizás porque intuye que lo estoy mirando o tal vez perciba la excitación que estoy sintiendo. Noto como mí vagina se humedece por momentos, sigo mirando el enorme pene y empiezo a acariciar mi vagina con disimulo para que no me vea, está completamente mojada, acaricio los labios suavemente durante un rato, el hombre sigue inmóvil, quizás esté dormido, pero su erección no desaparece y yo sigo con mis caricias, ahora es el turno del clitoris,lo froto con la yema de mi dedo corazón y noto cómo me humedezco más y más, cierro los ojos para concentrarme en el placer que siento, mis dedos indice y corazón se sumergen en la vagina rebosante de excitación, cuando los abro el hombre está mirándome, se ha dado cuenta de todo y me mira fijamente, se levanta, de pié y empalmado todavía impresiona más el tamaño de su pene, pienso que se va a acercar y saco los dedos mojados del interior de mí vagina, pero no es así y se dirige a la orilla del agua, se para, se vuelve y me mira, su pene desafiante es como una invitación y un reclamo, sin dudarlo me levanto y me acerco a él, me recibe poniendo sus manos en mi cintura, después nos besamos y estrechamos nuestros cuerpos, noto su pene duro en mí vientre y tiemblo como si fuese la primera vez.
    Nos tumbamos en la arena mientras las olas lamen nuestros cuerpos, su mano se desliza por mí piel recorriendo cada rincón, es una mano suave, experta, segura, sabe muy bien lo que hace y como hacerlo, se entretiene lo justo en cada momento, me provoca risas, escalofrios, excitación y deseo, introduce sus dedos en mí vagina después de reconocerla por completo, sus dedos llevan algo de arena pero no me desagrada en absoluto, al contrario aumenta mi excitación. Mi mano agarra su pene el cual sobresale más de la mitad por encima de mi mano,me giro y lo meto en mí boca, también tiene arena pero no me resulta igual de placentera la sensación, me levanto y me meto en el agua y cojo una poca en las manos y en la boca, vierto primero la de las manos sobre el pene y a continuación vuelvo a introducirlo en mí boca repleta de agua, el parque su pelvis y dejo salir el agua cuando noto su glande en mí garganta, mi boca juguetona se recrea chupando y lamiendo deleitandose con cada centímetro de piel salada por el mar, sin decir nada  me pone y me coloca a cuatro patas, me dejo hacer, se arrodilla detrás de mí mientras sentimos el embate de las olas en las piernas como invitandonos a la penetración, nadie esperando el momento de sentirlo dentro de mí, estiro los brazos en la arena, apoyo mi cara sobre ellos y levanto el culo todo lo que puedo, el pone sus manos sobre mis nalgas y noto como va entrando en mí, noto como me llena por completo, siento el calor de su miembro, como recorre todo mi interior, como sale y entra una y otra vez, sus dedos aprietan más fuerte mi carne y siento su empuje cada más rítmico, cada vez más fuerte.
   -Ahaaaa, sii, siiii, empuja más no pares -grito sin poder contenerme.
   Él continua con sus embestidas una y otra vez.
   -Siii, siiiiiiii  -me corro sin poder evitarlo.
    Toda mi vagina se derrama y se desborda, el éxtasis me invade, grito, jadeo y contengo la respiración mientras él continua penetrandome una y otra vez hasta que por fin explota y derrama su calido semen dentro de mi, me inunda,me llena, y no cesa en su vaiven hasta que consigue que me corra otra vez. Después nuestros cuerpos ardientes, exhaustos y sudorosos son refrescados por las olas del mar

domingo, 2 de septiembre de 2012

LA CITA

Gabriel tenía una cita aquella noche pero una reunión de trabajo cambiaría sus planes. Una vez terminada la reunión cogió el coche con la esperanza de llegar a tiempo a su cita, antes tenía que pasar por la peluquería, tenía hora desde hacía más de una semana, de pronto un atasco, los nervios se empezaron a apoderar de él, buscó el teléfono es su maletín, con las prisas lo había dejado en la mesa de su despacho

   -¡Jodeeer! -dijo en voz alta - ahora no voy a poder llamar para que me espere para cortarme el pelo.

    Por fin el trafico comenzó a moverse, poco a poco fue descongestionándose la carretera, respiró hondo con la esperanza de poder llegar a tiempo , un pinchazo poco después le hizo volver a perderla, una hora más tarde se encontraba frente a la puerta de la peluquería, estaba cerrada. Tocó el timbre,poco después salió una mujer morena de grandes ojos azules, con el pelo ondulado, engomado y cubría su ropa con una bata blanca.

   -Creí que ya no venías Gabriel, me has pillado por los pelos, estaba ya vestida para irme y al ver que por el videoportero que eras tú me he puesto la bata y he bajado.

   -Gracias Reme, creí que no llegaba y dentro de un rato tengo una cita -dijo mientras seguía a la mujer al interior del local.

   Después de colocarse una toalla sobre los hombros se sentó en el lava-cabezas, ella abrió el agua que fue cayendo sobre la cabeza de él, después aplicó una porción de champú y comenzó a frotar el cuero cabelludo. Grabiel cerró los ojos, poco a poco  notó como la tensión que tenía acumulada iba desapareciendo con cada fricción de los suaves dedos de Reme, después vino el enjuague y el corte de pelo.

   -Bueno ya estas -dijo ella
   -Puedo pedirte un favor Reme
   -Claro -afirmó ella
   -Puedo lavarme un poco? Creo que no me da tiempo de ir a casa, por suerte siempre llevo una camisa limpia en el coche.
   -Claro entra al aseo
   
   Reme se puso a barrer los restos  de pelo del suelo mientras oía el agua del grifo correr.

   -¿Reme, donde tienes una toalla?
   -Enseguida te doy una, me las había llevado para lavarlas.

   Cuando se volvió vio a Gabriel delante de la puerta del aseo, se acercó a él con la toalla en la mano, se quedó delante suyo mirando como las gotas de agua se deslizaban sobre su pecho, y como si fueran en una montaña rusa, viajaban por sus marcadas abdominales, inconscientemente comenzó a secar el cuerpo del hombre con la punta de la toalla, era como si no quisiese terminar nunca.

   El la miró un poco sorprendido, después sujeto la mano  con la suya, a lo que ella reaccionó levantando la cabeza, sus miradas se encontraron en medio del silencio, durante un instante permanecieron inmóviles, mirándose fijamente a los ojos como buscando en ellos una respuesta a la pregunta que ninguno de ellos había hecho. La respuesta la dieron sus labios sin decir palabra alguna, tan solo se juntaron en un largo y húmedo beso, ahora  eran las manos de ella las que se deslizaban  por el pecho del hombre.

   El, lentamente, desató la bata blanca que ella llevaba dejando al descubierto una camisa casi transparente que dejaba entrever un sujetador de encaje que realzaba sus pechos. Botón a botón fue abriendo la camisa hasta que por fin descansó en el suelo. Sus ojos volvieron a mirarse mientras las manos de Gabriel desabrochaban el sujetador. 

   Tenia unos pechos generosos y unos pezones erguidos y duros. Las miradas penetraban en el interior de los ojos de cada uno mostrando hasta la misma excitación del alma. Los corazones saltaban en el interior los pechos y la sangra corría azarosa hasta sus genitales. La mano de Reme acarició el pene del hombre, por encima del pantalón, duro y erguido, sorprendida, sus ojos se abrieron al notar el tamaño que tenía. Sin dudarlo desabrochó el pantalón y este cayo por su propio peso al suelo, la mirada de ella recorrió lentamente el cuerpo de él hasta clavarse en el enorme bulto que se ocultaba tras el slip, con suavidad y con la punta de sus dedos, lentamente fue reconociendo el miembro viril desde el glande hasta llegar a los testículos, notaba como este se movía debajo de la prenda de lycra, que se ajustaba perfectamente a cada centímetro de  su piel, como si quisiera salir de allí.

   La mano siguió acariciando los testículos, y él pasó sus manos sobre los muslos de ella apenas cubiertos por una minifalda de volantes y encaje. Sus labios, apenas separados unos centímetros, mezclaban las respiraciones rápidas y  entrecortadas. Las manos de Gabriel acariciaban la piel de Reme hasta llegar a su culo, y el diminuto tanga que llevaba le permitió apreciarlo sin ningún inconveniente.

   A pesar de que Reme ya no era una chiquilla todavía lo tenía duro y respingón, y sin duda el centro de muchas miradas cuando caminaba por la calle. El apretó las nalgas de la mujer suavemente y la acercó oprimiéndola contra su cuerpo, ella notó el duro pene de él contra su vientre, la excitación aumentaba entre ellos y volvieron a besarse hasta que ella se separó ligeramente de él y sin dejar de mirarle a los ojos fue agachándose, recorriendo sus costados con la yema de sus dedos, apretando ligeramente, como buscando algo a lo que agarrarse hasta que llegó a la goma del slip.

   El seguía manteniendole la mirada, ella, poco a poco, fue bajando la prenda que ocultaba la parte mas intima del hombre que pronto estuvo ante sus ojos, desafiante. Sujeto el pene por su base con una mano y con la otra acarició sus testículos, comenzó a darle besos recorriendo cada centímetro de la piel, después la lengua empezó a realizar círculos sobre el glande intentando en alguna ocasión hacer una incursión por el interior de hendidura, dejando un rastro húmedo sobre la piel se dirigió a los testículos lamiéndolos lentamente, para en alguna ocasión proporcionar  rápidos  y enérgicos movimientos  con la punta sobre ellos.

   La garganta de Gabriel emitía entrecortados jadeos de places, cerró los ojos y levantó la cabeza cuando noto que ella introducía el pene en el interior de la boca. Las glándulas salivares hicieron un aporte extra al recibirlo en la cavidad bucal, hasta se derramaba parte por la comisura de los labios, la lengua, en el interior de la boca, jugaba con el. Reme comenzó con un suave vaivén de su cabeza metiendo y sacando el pene del interior de su boca. 

   Las manos de Gabriel se apoyaron en la cabeza de ella acompañando  su movimiento, apunto de estallar de placer le hizo levantarse y la llevó hasta la bancada donde estaban todos los útiles de trabajo de ella, con un rápido movimiento de su mano los apartó y cogiéndola por las caderas la levantó y la sentó encima, sus lenguas húmedas se enredaron, se recorrieron con rápidos movimientos, mezclando sus salivas y sus deseos, después la lengua de él trazó círculos sobre la delicada piel de los labios de ella y fue descendiendo por su cuello mientras sus manos recorrían suavemente la espalda, continuó descendiendo hasta sus senos, sus dedos apretaron suavemente sus pezones y luego le tocó el turno a la boca que los recibió gustosa.

   Siguió recorriendo cada centímetro de piel con la lengua, se detuvo un poco en su vientre y en su ombligo jugueteando con ellos, sus manos se aferraron al tanga y ella, apoyando las manos en la bancada, levanto su culo para que él pudiese retirarlo sin esfuerzo, luego, el, con una suave presión en el interior de los muslos de  ella le invitó a que los separara, la vagina de ella se abrió ante él como una flor que se abre ofreciendo su néctar.

   La boca de el se acercó y su lengua giró alrededor de los labios de la vagina provocando con ello que Reme realizase ciertos movimientos con las caderas y emitiese algunos gemidos de placer, la punta de la lengua buscó el clítoris, no fue difícil, y como un pequeño pene emergía buscando las húmedas caricias que tanto deseaba, Reme se mordía el labio inferior para no tener que gritar agarrándose con fuerza a la bancada y empujando su pelvis hacia adelante como invitando a Gabriel a que entrase más dentro de ella, a lo que él la complació con mucho gusto. Introdujo la lengua todo lo que puedo en vagina, girando, metiendo, sacando, lamiendo, succionando todos los fluidos que había en su interior.

  -Uhmmmmm, ahaaaaaaaa   -gritó ella.Y como un geiser en erupción su vagina regalo a la boca de Gabriel toda una explosión de placer que el tragó lamiendo hasta la última gota.

   Gabriel se sentó en la silla donde momentos antes ella le había cortado el pelo, y ella se sentó encima de él mirando al espejo, el pene se introdujo en la húmeda vagina, las manos de él se aferraron a los pechos de ella, Reme comenzó a moverse lentamente subía y bajaba, metiendo y sacando el pene de su interior, controlando cada movimiento, aceleró el ritmo pasado un tiempo, mientras él acariciaba todo su cuerpo.  Apunto de llegar al orgasmo Reme se aferró con fuerza a los apoyabrazos de la silla y apretó más su cuerpo contra el de Gabriel, le parecía sentir el pene en el mismo estomago, con movimientos circulares de sus caderas siguió apretando y notando toda su vagina bien repleta de carne, contraía sus músculos interiores y seguía moviéndose con frenesí.

   -¡Si, Siiii, Siiiiiiiiiiiii! -gritaron los dos al unisono mientras ambos derramaban su preciados fluidos y llegaban al orgasmo.


   Aquel día Gabriel perdió su cita, pero sus citas aumentaron con la peluquera